Ambos gobernadores federales eran lugartenientes del general Artigas y fueron apoyados por el chileno José Miguel Carrera.
Por una cláusula secreta, se acordaba la entrega de armamento a los ejércitos invasores.
Y, en parte, porque Artigas no estaba en condiciones de proteger a nadie, ni siquiera su propia provincia ahora bajo control portugués.
Pero casi al mismo tiempo, Ramírez escribía a su medio hermano Ricardo López Jordán (padre): Al mismo tiempo Ramírez ordenó detener el envió de 240 fusiles que Artigas enviaba a Corrientes.
[4] Le declaró la guerra a Ramírez el 8 de mayo y avanzó sobre Entre Ríos.
La intención de Artigas era ocupar Concepción del Uruguay, punto estratégico frente a la Banda Oriental.
Destacó fuerzas de observación sobre el Arroyo Grande al mando de Gervasio Correa, mientras que Artigas ordenó al comandante misionero Francisco Javier Sití que avanzara sobre Entre Ríos con 1500 hombres.
Pero este logró rehacerse gracias a las tropas y las armas que el gobierno de Sarratea le proporcionó desde Buenos Aires, cuyo núcleo eran 220 cívicos, al mando del comandante Lucio Norberto Mansilla.
Finalmente, los coroneles López Jordán, Gregorio Piris, Pedro Barrenechea y Juan León Solas atacaron de lleno el campamento de los correntinos, misioneros y orientales, obligándolos a huir.
Pocos días después batió al misionero Matías Abacú en el combate de Mandisoví.
Allí, el caudillo oriental estaba al frente aún de 600 hombres, y con apoyo del exgobernador Juan Bautista Méndez, intentó un último combate.
Ramírez llegó la capital misionera (Nuestra Señora de la Asunción del Cambay) que estaba siendo sitiada por Artigas con 800 hombres.
Esta fue la última acción militar de Artigas: derrotado definitivamente, quedó rodeado por Ramírez, los portugueses y los Esteros del Iberá.
Al dirigirse a Asunción, Artigas llevaba por única compañía la de dos sargentos y un liberto, el Negro Ansina, que lo acompañaría hasta su muerte.