El rastrillado más grueso también se puede utilizar para eliminar las malas hierbas y cubrir las semillas después de la siembra, dejándolas a poca profundidad.
Las gradas de cadenas se utilizan a menudo para trabajos más livianos, como nivelar la labranza o cubrir las semillas, mientras que las gradas de discos se utilizan normalmente para trabajos pesados, como el siguiente al arado para romper el pasto.
La cadena y el disco giran para mantenerse limpios mientras rompen la superficie superior a aproximadamente 3 cm de profundidad.
La rastra de cadenas se puede utilizar en los pastizales para esparcir el estiércol y para romper el material muerto (paja) en la hierba.
Los cuatro tipos de gradas se pueden utilizar en una sola pasada para preparar el suelo para la siembra.
Cuando el rastrillado proporciona una labranza muy fina, o el suelo es muy liviano, por lo que podría ser arrastrado por el viento fácilmente, a menudo se agrega un rodillo como último del conjunto.
Sus discos angulados pueden cortar el suelo de manera efectiva, especialmente en terrenos irregulares o inclinados.
Sin embargo, en casos donde la pendiente es suave, se puede usar para crear surcos o canales que guíen el flujo de agua y reduzcan la erosión.
Si el suelo está demasiado seco, puede ser difícil lograr la profundidad y el nivel de laboreo deseados.
Por otro lado, si el suelo está demasiado húmedo, la grada puede causar compactación o generar terrones.
Pasar la grada demasiado profunda en una pendiente podría alterar la estructura del suelo, lo que provocaría posibles problemas de erosión.
Se deben hacer pasadas más lentas y deliberadas en áreas inclinadas para garantizar que el arado haga su trabajo sin causar alteraciones o erosión.
Este enfoque también ayuda a evitar labrar en exceso la tierra, lo que podría llevar al escurrimiento del agua.
Después de arar terrenos inclinados, es importante considerar resementar o cubrir el suelo para evitar que quede expuesto a la erosión del viento y el agua.
Una referencia árabe a las rastras se encuentra en la obra La agricultura nabatea (romanizado Kitab al-Filaha al-Nabatiyya, en árabe: كتاب الفلاحة النبطية), del siglo X, de Abu Bakr Ibn Wahshiyya, donde ya se alega conocimiento de Babilonia.
Otra muestra histórica es la presencia de gradas en escudos heráldicos del siglo XVI.