Hjelmslev parte de dos ideas saussureanas que se unen en la teoría del signo: el lenguaje no es sustancia sino forma; toda lengua es, a la vez, expresión y contenido.
Para ello, Hjelmslev rechaza a estos efectos el principio de oposición y desarrolla al máximo otra concepción saussureana, según la cual la unidad, puramente negativa y racional, no puede definirse en sí misma sino únicamente por las relaciones que la unen a las demás unidades de la lengua.
Así pues, si la lengua es forma y no sustancia, lo es porque sus unidades deben definirse por las reglas según las cuales pueden combinarse.
Hjelmslev distingue entonces tres niveles donde Saussure solo veía dos: — a la sustancia saussureana (la realidad semántica o fónica, independientemente de la lengua), la llama materia.
Hjelmslev crea una terminología particular: el elemento lingüístico revelado por la conmutación, pero definido formalmente, se llama glosema; los glosemas de la expresión (correspondientes a los fonemas) se llaman cenemas; los del contenido (comparables a los semas) son pleremas.