Al principio, su trabajo se centró en la fonología, pero más tarde derivó hacia el estructuralismo.
El análisis del lenguaje envuelve, entonces, describir cada uno de estos dos planos y sus interconexiones.
La glosemática critica la lingüística anterior y contemporánea por ser trascendente, o sea, por fundamentarse en datos exteriores a la propia lengua (históricos, sociales, etc.).
Para hacer explícita la separación entre el sistema y su manifestación, Hjelmslev propuso una terminología que no siempre ha sido bien comprendida.
Una innovación de la glosemática fue aplicar este procedimiento al plano del contenido.
En este caso, las unidades de la sustancia fonética que los manifiesta son llamados fonematemas, unidad similar al fonema estructuralista.
Los taxemas pueden, además, disolverse en combinaciones de factores primordiales llamados glosemas.
En alemán, las obstruyentes sordas y sonoras que alternan a final de sílaba no hacen co-ocurrencia en un grupo.
Además, como las distinciones entre los taxemas son puramente formales y relacionales, usualmente corresponden a superficies fonéticas diferentes.
Para este fin, él utiliza aspectos de representación que otros considerarían arbitrarios.
Podría darse una definición fonética de sílaba, pero esto sería irrelevante para el análisis lingüístico.
Lo que le conviene al análisis lingüístico es una definición funcional de la sílaba.
De esta definición se deduce que líquidas y nasales son vocales, pues pueden constituir núcleos silábicos.
Un signo también tiene una función, a la que están asociados dos elementos, el contenido y la expresión.
También introdujo la connotación como elemento no lingüístico de su "cálculo" del lenguaje, rechazando la prioridad dada tradicionalmente al estudio de los sonidos (fonética): cuando el sujeto oye algo, se pone en marcha un proceso cognitivo que traduce las ondas en datos con significado.