[1] Un convento en Perelada que había sido abandonado por las monjas agustinas se convirtió en la ubicación del estudio de Muñoz en 1992.
Así las mesas representan algo más que un mueble; simbolizan la naturaleza única y transitoria de la vida humana.
Las tablas pueden contener varios objetos que se relacionan alegóricamente con la vida de una persona.
Estos cuadros tienen la intención de evocar una respuesta emocional del espectador.
Para Muñoz, una mesa y cualquier objeto sobre ella pueden representar el mundo entero o una realidad, las muchas formas y configuraciones posibles que representan las vicisitudes de la vida.
[3] Su trabajo también se ha presentado en muestras, tanto individuales como colectivas, en otras galerías de Barcelona, como en otras ciudades, como Bolonia, Buenos Aires, Carmel, Ginebra, Gerona, Hong Kong, Londres, Madrid, Miami, Nueva York, Olot, Singapur, Estrasburgo y Toulouse.