Cada una de las tres grandes pirámides tenía su propio nombre, que designaba también a la necrópolis que la circundaba: El horizonte luminoso de Jufu Keops, Kefrén es grande y Micerino es divino.
Actualmente, no se accede a la pirámide por la entrada original; se abrió un túnel en el siglo IX por intereses del califa Abdullah al-Mamun, con la intención de encontrar los tesoros y secretos de la sabiduría egipcia.
El verdadero acceso, como escribió el historiador Estrabón estaba escondido con una “piedra secreta”, y se podía desplazar simplemente con la ayuda de un perno.
A diferencia de esta, tiene una estructura mucho más simple, solo dos corredores.
En el corredor subterráneo hay una sala cuya función se desconoce, que han dado pie a muchos misterios.
Algunos visitantes incluso han afirmado haberse sentido enfermos al visitarla, sin embargo, esto puede deberse al ambiente de la tumba, que no posee tomas de aire.
Muchos cazadores de misterios siguen insistiendo en la existencia de galerías y pasadizos secretos que, sin embargo, todavía no se han encontrado.