Gente de todos los lugares del mundo viajaba especialmente a Italia para hablar con él en sus idiomas maternos y se sorprendían ante su fluidez.
Después aprendió árabe, ruso, hindi, inglés antiguo, maltés y chino.
[1] Desde aquel momento, el padre Umpierres, anteriormente misionero en Macao y profesor de lengua en la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, conversó con él en chino, confirmando oficialmente su pleno dominio del chino mandarín.
Entre 1799 y 1800 asistió en los hospitales a los heridos extranjeros de los enfrentamientos con el ejército napoleónico, lo que aprovechó para captar varios idiomas europeos.
Anteriormente, había rechazado prestar juramento de fidelidad a la República Cisalpina.
Su monumento fúnebre se encuentra en la iglesia de Sant'Onofrio al Gianicolo, en Roma.