Al entrar en la Compañía de Jesús Perrone era ya sacerdote y había obtenido un doctorado en teología en el seminario mayor de Turín.
Perrone pasó casi toda su vida en el colegio, donde ocupó la cátedra de teología dogmática desde 1824 a 1853, excepto dos intervalos (1830-1834 y 1848-1851).
Gran parte de su fama se debió a su obra de nueve volúmenes, Praelectiones theologicæ, y a sus escritos sobre la Inmaculada Concepción.
Estos trabajos, con todo, no pueden aislarse de su interés por los problemas de su tiempo, en particular su relación con John Henry Newman respecto al desarrollo del dogma y sus intervenciones sobre las cuestiones suscitadas por Georg Hermes y por los tradicionalistas.
Perrone fue colaborador ordinario de los Annali delle Scienze Religiose.