Ante esta situación Geisel buscó nuevas oportunidades económicas para Brasil en cuando a política exterior, estableciendo relaciones diplomáticas con la República Popular China y Angola, forjando así lazos económicos con dichos países.
Esta clase de acercamientos se debieron a un acusado pragmatismo del régimen, en tanto seguía vigente su alianza con Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría, además que esta nueva política no significó alteración alguna en el marcado anticomunismo de Geisel y su régimen.
UU. y obtener nuevas alternativas de cooperación económica favorables a Brasil.
De hecho Geisel y sus asesores parecían entender que las fuerzas armadas no podrían ejercer tutela política sobre Brasil de manera perpetua, por lo cual era preciso retornar el poder hacia los políticos civiles, aunque tratando de evitar toda concesión a la izquierda brasilera e impidiendo la crítica abierta hacia las fuerzas armadas.
Entre los miembros de su gabinete se destacaron Mário Henrique Simonsen (Hacienda), Antonio Francisco Azeredo da Silveira (Relaciones Exteriores), Sylvio Frota (Ejército), Euro Brandão (Educación) y Golbery do Couto e Silva (Jefe de la Casa Civil).