Se especializó en el grabado de reproducción mediante la técnica a buril, difundiendo pinturas y demás diseños de otros artistas.
Marchó a París en 1666 y perfeccionó su arte con el maestro Jean-Baptiste de Poilly.
Edelinck es considerado la cima del grabado francés del siglo XVII; no tanto por su originalidad o inventiva (siempre se basó en diseños ajenos) como por técnica depurada y fidelidad descriptiva.
Especialmente reconocidos son sus retratos grabados, de personajes como Luis XIV, Descartes, Colbert y los pintores Charles Lebrun, su amigo íntimo Rigaud (quien le retrató a él) y Philippe de Champaigne.
Este último grabado, copia de un autorretrato pintado hoy perdido, fue considerado por el mismo Edelinck como su mejor obra; con él ganó su ingreso en la citada Academia de París.