Esto provocó inmediatamente una nueva rebelión y la toma del poder por el noble Gustavo Vasa.
[1][2] A principios del siglo XVI, la iglesia católica en Suecia se regía por los principios de la reforma gregoriana, es decir, no respondía ante el poder civil, recibía una décima parte de los ingresos fiscales y poseía importantes riquezas.
El acceso a los poderes acordado a la corona por la ley sueca le dio plenas facultades para demoler las instituciones feudales medievales e iniciar el desarrollo de una administración central moderna, por lo que sus reformas se consideran la base del estado moderno sueco.
La monarquía que Gustavo Vasa creó presentaba diferencias con las autocracias burocráticas ques estaban surgiendo al mismo tiempo en otros países europeos.
Aunque en un principio efectuó reformas encaminadas en esa dirección, intentando plasmar la nueva estructura administrativa secular y eclesiástica en normas sólidas, la insatisfacción resultante le impulsó a volver a una forma más personal de gobierno.
En general, su reino tuvo un carácter dual, conservando las raíces en el antiguo gobierno, pero con un aumento del liderazgo real.
El interés por la educación que despertó la reforma protestante encontró hasta cierto punto una respuesta en las escuelas protestantes extranjeras y en los escritos de los reformadores suecos, principalmente Olaus Petri, difundidos ampliamente gracias a la imprenta.
Segismundo también intentó explotar las luchas por el trono ruso en 1609, en contra de los intereses suecos.
Esta triple guerra marcó el final de este periodo en la historia del estado sueco.