Fulminante (1875)

Durante ese año efectuó pruebas de torpedos, minas y su fondeo, siéndole retiradas sus cañones rotativos.

En efecto, tras inútiles esfuerzos por salvar el buque, a las 17 una nueva y violenta explosión terminó de destruirlo.

Por otra parte, en el momento de producirse la explosión el buque se encontraba varado a consecuencia de la gran bajante, lo que había impidido inundar la santabárbara optaron la tripulación por abandonar rápidamente el buque.

A resultas del siniestro fallecieron 14 tripulantes y quedaron varios heridos de gravedad.

La lista de muertos incluía a John Franklin (timonel), E.Jordan (primer carpintero), Charles Krinston (herrero), Cecil Haig y E. Westman (cabos de cañón), Eduardo Comesaña (carbonero), y los marineros Manuel Martínez, John Furner, Antonio Romero, Henry Hoy, Carlos Deprichard, John Webb, Patrik Warren y Pablo González.

Los sobrevivientes fueron detenidos e incomunicados para proceder al correspondiente sumario cuyo juez instructor sería el coronel Álvaro José de Alzogaray.

Finalmente, el dictamen de Alzogaray sería que: La cubierta fue lanzada a gran distancia, desapareciendo con ella las bombas, baldes y mangueras contra incendio.

Que el capitán del buque Mason Damon al producirse el incendio, mandó armar las bombas, mangueras y baldes y al maquinista que abriera las válvulas de la Santa Bárbara para dar entrada al agua; la primera no pudo hacerse por haber desaparecido o destrozado con la explosión y lo segundo tampoco por encontrarse el buque varado en el fango.

Lázaro Iturrieta del vapor “Pavón”, han cumplido dignamente con su deber poniendo fuera de peligro los dos primeros las cañoneras “Pilcomayo” y “Constitución”, salvando la chata cargada con pólvora de algodón cuya toldilla estaba ardiendo por el fuego del “Fulminante” y salvando el último las dos lanchas a vapor pertenecientes a este buque.

Que el capitán del “Fulminante” Mason Damon si bien trató de salvar el buque, no hizo lo mismo con las dos lanchas amarradas a su costado y que la tripulación del buque carecía de la disciplina y del conocimiento como para actuar en la emergencia por no haber recibido instrucciones ni tener asignado puesto en zafarrancho de incendio.

Libertad para el resto de la tripulación, que si bien no tuvieron serenidad se le da por cumplida su pena con la prisión sufrida.

Las tripulaciones de los buques surtos en el apostadero fueron felicitados por su actuación por el juez instructor del sumario correspondiente, el coronel Álvaro José de Alzogaray, en particular el teniente coronel Ceferino Ramírez, el sargento mayor Lázaro Iturrieta, el capitán Juan Cabassa, el subteniente Juan Aguirre y los guardiamarinas Ramón Pérez y Santiago Borzone (o Borssone).

[2]​ Sólo sobrevivieron las lanchas auxiliares a vapor que actuarían a partir de ese momento de manera autónoma: la Fulminante rebautizada Monte León, la Lancha Grande, la Primera Torpedo y la Segunda Torpedo.

Cañón rotativo Hotchkiss (1874).
El Fulminante tras la explosión.