Estas piezas suelen ser presentadas en el mercado pero algunas incluso pasan a formar parte de las colecciones privadas de los museos y son estudiadas seriamente por historiadores.Sin embargo, algunos falsificadores arqueológicos o paleontológicos actúan movidos por otros intereses, siendo los más comunes la invención de pruebas para defender su punto de vista, apoyar una teoría con la que tengan afinidad o ganar fama y prestigio por su singular hallazgo.En otros casos, los expertos apuntan a sabotajes en los que el falsificador pretende dejar en ridículo al defensor del hallazgo.La datación real del objeto realizada por expertos suele ser la prueba más sólida, para ello recurren a la prueba del carbono 14 o al análisis por activación neutrónica.Algunos historiadores y arqueólogos han criticado con dureza la venta de antigüedades para obtener beneficios o mejorar las colecciones privadas sin tener en cuenta la veracidad científica de dichos objetos.