Junto a Joaquín Gaztambide, Francisco Asenjo Barbieri y Luis de Olona impulsó la zarzuela y fundó el Teatro de la Zarzuela, del que además fue gestor durante varios años.
En su época, fue uno de los cantantes favoritos del público por sus intervenciones en las óperas de los grandes compositores nacionales e internacionales del momento como Gaetano Donizetti, Wolfgang Amadeus Mozart, Vincenzo Bellini, Gioachino Rossini, Giovanni Pacini.
Desde siempre tuvo buenas cualidades para el canto y en la adolescencia desarrolló su voz de bajo-barítono.
Se convirtió en el único español con éxito sobre los escenarios musicales de Madrid en los que triunfaban principalmente cantantes italianos.
A ambos les gustaban las canciones populares, regionales y los boleros españoles y no dudaban en llevarlas a sus conciertos benéficos o patrióticos, de manera que rescataron del olvido algunas viejas tonadillas como El Trípili.
En sus recitales, atendía con agrado las peticiones por parte del público de canciones españolas y animaba a los jóvenes compositores para que las escribieran.
En 1939, se asoció con Elías Noren, Julián Romea y el pintor escenógrafo Francisco Lucini para solicitar al Ayuntamiento el arriendo de los teatros del Príncipe y de la Cruz.
En la ciudad, coincidió con la cantante Pauline Viardot-García que se encontraba viajando por España con su esposo el escritor Louis Viardot para promocionar la traducción del español al francés de Quijote.
Era evidente que la sociedad madrileña tenía necesidad de un teatro musical español y para dar respuesta, la Academia Real de la Música decidió crear una asociación que lo impulsara.
Bajo estas premisas se crearon obras que, sin embargo, tuvieron poco éxito.
[1] En 1849, se estrenó en el teatro del Instituto Español Colegialas y soldados del compositor Rafael Hernando y el libretista Mariano Pina, que es considerada la primera obra que responde a lo que posteriormente se estableció como los cánones del género de la zarzuela.
Gaztambide y Olona también estrenaron en el Teatro Español (Príncipe), en 1849 La mensajera.
[15] En 1850, los compositores se dieron cuenta de que la alianza entre ellos no era suficiente, así que Hernando, Barbieri, Gaztambide, Inzenga y Oudrid se asociaron con el escritor Luis Olona y con Salas para crear una sociedad con la que arrancar definitivamente el proyecto de la zarzuela.
La colaboración entre ellos comenzó en 1850, sin embargo, la sociedad no se inscribió hasta julio de 1851.
[17][1] El alquiler del Teatro del Circo no era barato (6000 pesetas al mes) y tampoco contaba con las mejores instalaciones, así que, los socios vieron la necesidad de crear un teatro que además tuviera mejores condiciones.
Aparecieron nuevos compositores de zarzuelas como Mariano Vázquez y Manuel Fernández Caballero, pero a excepción de alguna obra como Los magyares (1857) de Gaztambide, las nuevas tuvieron un éxito discreto y claramente insuficiente para mantener el negocio, por lo que en ocasiones hubo que programar espectáculos antiguos ya consolidados.
[17] Salas continuaba paralelamente con su faceta de cantante y actuaba todos los años en Barcelona donde solía aprovechar para dar a conocer la programación del Teatro de la Zarzuela.
Durante seis horas ardió todo el patrimonio escénico acumulado en quince años que el seguro no llegó a cubrir, lo que provocó su catástrofe económica.
Sin embargo, las dificultades continuaron, pues tuvo que lidiar con la dura competencia del Teatro del Circo frente a la que el montaje de la zarzuela El molinero de Subiza, de Oudrid y Eguilaz, no evitó que las deudas se incrementaran.