Francisco López Sánchez

[1]​[2]​[3]​ En 1781 fue nombrado obispo de Huamanga (actual Ayacucho), en el virreinato del Perú.

[4]​ Al realizar la visita pastoral de su diócesis comprobó la decadencia sufrida por los curatos de Huancavelica, debido a la caída de la producción del azogue o mercurio, que durante dos siglos había florecido generando inmensas rentas.

[1]​ Se destacó por la excesiva severidad con la que castigaba las faltas de los eclesiásticos.

Tuvo además constantes disputas con la autoridad civil, representada por los corregidores e intendentes, por lo que fue acusado de usurpar funciones ajenas y de no respetar el patronato regio.

Todo lo cual ocasionó mucha turbulencia durante su gobierno episcopal, especialmente durante la administración del virrey Teodoro de Croix.