Después de las pruebas en el Great Western Railway en 1861 y en Londres en 1862, la locomotora se consideró un fracaso.
Sin embargo, los primeros experimentos realizados con estas locomotoras equipadas con acumulador de vapor no habían tenido éxito.
La prueba fue un fracaso, y la locomotora solo fue capaz de completar 7,5 millas (12,1 km) utilizando el calor acumulado.
[1] En las locomotoras de carbón convencionales, el procedimiento normal sería dejar caer el carbón encendido sobre la vía para evitar la explosión, pero no se habían tomado medidas para descargar los ladrillos refractarios que proporcionaban la mayor parte del calor.
[7] La locomotora se vendió a Isaac Watt Boulton en 1865, que tenía la intención de convertirla en una máquina estándar y encargó los planos para instalarle una nueva caldera convencional y su conversión al ancho estándar.