Fortín El Bracho

Allí eran engrillados, azotados, humillados, condenados a realizar trabajos forzados, enchalecados o fusilados.

En este fortín Agustina Palacio de Libarona acompañó a su esposo José María Libarona, quien fue prisionero hasta que él enloqueció completamente por los tormentos sufridos y murió.

Agustina se convirtió en una heroína en su provincia por los manuscritos sobre sus vivencias en El Bracho.

Tenía un molino harinero y había algo de ganado para la subsistencia.

Los soldados no recibían sueldo, pero sí se les adjudicaba una parcela de terreno o chacra para que la cultivaran.