El filósofo Donald Crawford ha resumido la posición de Kant diciendo: “Así, para Kant, la forma consiste en la organización espacial de los elementos: figura, forma o delineación...
El contenido sella la forma en un símbolo opaco, no reflectante ni productivo".
Aquí introduce un concepto amplio de símbolo, un símbolo opaco-productivo: uno que no es transparente ante los referentes ni significados preconcebidos o predeterminados, sino que más bien produce otros nuevos.
Aunque él no fue un gran teórico puso en práctica las teorías realizadas por sus compañeros en sus obras pictóricas.
Para Alfred Hildebrand la obra de arte más conseguida es la que logra unificar la apariencia y la forma.
Su enfoque buscaba entender cómo la intención del artista se traduce en las formas y estilos de su obra.
En su obra, Riegel analizó cómo las transformaciones en la historia del arte están vinculadas a cambios en la voluntad artística de los creadores.
Así, un análisis que combine ambas visiones podría examinar no sólo cómo las decisiones formales de un artista (colores, líneas, formas) reflejan su voluntad artística (Kunstwollen), sino también cómo esas decisiones se inscriben en un contexto cultural más amplio.
De manera que ambos ofrecen perspectivas complementarias en el estudio del arte, enriqueciendo la comprensión de obras, permitiendo un análisis que considere tanto la forma como la intención cultural y artística.
Esta formación le otorgó las herramientas metodológicas necesarias para desarrollar su propio enfoque formalista.
Además, Wölfflin se alineó con la filosofía neokantiana, subrayando la experiencia estética y la percepción visual como elementos fundamentales en su análisis.
Este enfoque es ampliamente utilizado y perdura hasta nuestros días; sin embargo, es objeto de debate debido a su tendencia a descuidar otros aspectos significativos de la obra, como su contexto histórico y cultural.
Estudió en la Universidad de Viena donde se especializó en la arquitectura, filosofía y filología.
[2] El ministerio de Cultura y Educación del Imperio va a solicitarle que redacte un texto sobre el arte industrial antiguo en Austria y Hungría que será publicado en 1901.
Dentro de sus aportaciones más importantes se encuentra en La Industria del Arte Tardorromano (1901).
[2] Wickhoff ya no va a seguir la forma de estudio que se tenía hasta este momento donde se le daba mucha importancia al arte griego y a una forma de estudio de los estilos propios al gusto del momento en el que se estudiaban.
Pues todo el arte al ser contextualizado funge una función significativa que posiblemente no se haría en otro contexto y por ende lo feo también tiene una función dentro de la narrativa social y cultural en la que se va a realzar.
Otra de sus aportaciones Der Ursprung der Malerei und Plastik im physiognomischen Gesichtspunkte (1901) consigue desarrollar aún más su teoría que sostiene que las manifestaciones artísticas no solo deben estudiarse por su estética, sino por sus funciones sociales y psicológicas, estas nos ayudarán a comprender la cultura y la sociedad donde y cuando fueron desarrolladas.
[8] El formalismo tiende a ignorarlo o minimizarlo, interpretándolo de forma aislada y desconectada.
Por otro lado, propone que el arte tiene un valor intrínseco y no depende de su función social o política, es decir, el arte debe ser apreciado por su “pureza” formal.
Esta idea ha sido criticada por algunos teóricos, especialmente desde el punto de vista marxista y postcolonial, que argumentan que el arte siempre está vinculado a las relaciones de poder y a las estructuras sociales.
Al priorizar una lectura objetiva y técnica de la obra, se elimina la visión subjetiva e individual del espectador.
Las emociones, las interpretaciones personales y las respuestas del público son una parte fundamental de la experiencia artística.