Los principales rivales del Puma en el nicho de los "pequeños cupés asequibles" eran el Toyota Paseo, Mazda MX-3, Hyundai Coupe, Renault Mégane Coupé, y, sobre todo, el Opel Tigra, que al igual que el Puma derivaba de un turismo del segmento B.
La continua guerra por la supremacía que siempre han mantenido los dos gigantes de la automoción mundial (Ford Motor Company y General Motors) tuvo en este minúsculo segmento del mercado europeo otra encarnizada batalla.
Ford hizo lo propio (dos años más tarde que Opel) desarrollando el Puma sobre el bastidor del Fiesta y, para hacer aún más evidente el objetivo de su lanzamiento, bautizó a su nueva criatura con otro nombre de felino.
Pasada casi una década, las marcas se decidieron a abandonar la fabricación de pequeños cupés cerrados y optaron por el desarrollo de descapotables, entre los que se encuentran el Peugeot 206 CC (pionero en este segmento), el Opel Tigra Twintop y el Ford StreetKa.
Los desarrollos elegidos por el fabricante para todas las marchas son muy cortos, lo que se agradece en conducción deportiva, pero para autovías y autopistas, se echa de menos una sexta relación de desahogo, puesto que en quinta, a 130 km/h, el motor gira a 4000 rpm Los frenos cumplen satisfactoriamente su cometido.
El salpicadero estaba tomado íntegramente del Fiesta, aunque algunas inserciones en imitación al aluminio conseguían darle un aspecto más racing, y lo diferenciaban del modelo original, como si de un tuning de fábrica se tratase.
El maletero, por su parte, es bastante amplio y tiene capacidad suficiente para el equipaje de dos o tres personas en un viaje largo.
De esta manera, el Puma podía adquirirse únicamente en tres colores: rojo -en homenaje a los deportivos italianos-, verde oscuro -en clara referencia a los coches producidos en Gran Bretaña- y gris plata -como los más afamados modelos alemanes-.
También se introdujo en este momento la tercera luz de freno, integrada en la tapa del maletero.