En la novela, Valentin Michael Smith es un joven humano, hijo de los primeros exploradores enviados a Marte, educado por una sociedad marciana.
Cuando su inventor Charles Hall presentó una patente esta le fue rechazada basándose en que el diseño básico aparecía en una novela anterior de Heinlein Estrella doble.
Por una parte es más que millonario, por la otra, y en virtud de una absurda norma legal, la resolución Larkin, él mismo es dueño del planeta Marte.
Sin embargo, un periodista curioso, Ben Caxton, convence a Jillian Boardman (quien trabaja como enfermera en el hospital) para que le ayude.
Cuando Ben desaparece (engullido por la conspiración), Jill decide llevar a Michael al único sitio en el que le pueden ayudar: la casa de Jubal Harshaw.
Esta religión no cree en la propiedad personal, sino en la del grupo, y esto se extiende a todo (incluyendo las relaciones sexuales).
Pero desmaterializarse no es realmente un problema para Michael, ya que como él dice «es sólo sacar a un jugador fuera del terreno de juego».
La más resaltable es, por su puesto, la de Michael Smith, quien descubre por primera vez la sexualidad y el erotismo en la raza humana, pues entre los marcianos no existía tal cosa; sin embargo, hay una gran variedad de posiciones vitales acerca de este tema que se van entrecruzando en la novela, como aquella del doctor Jubal, cosmopolita y gran liberal para su época y de quien Michael afirma es el terrícola que más comprende sus posiciones y está más cercano a entender la realidad marciana.