Fondillón

Hasta el siglo XIX el fondillón era reconocido en el mundo entero, como así demuestran numerosas referencias de, entre otros, William Shakespeare, Alejandro Dumas (que, dando a elegir al protagonista entre un jerez, un Oporto y un fondillón, elige este último), Emilio Salgari, Fiódor Dostoyevski o Daniel Defoe.

Esta plaga le afectó doblemente, ya que, primero, al destruir las vides francesas a final del siglo XIX, hizo que la exportación de vino de Alicante se multiplicara para satisfacer la demanda del continente.

Esto, unido a la explosión demográfica y turística que sufrió la ciudad de Alicante, hizo que a mitad del siglo XX no se produjera fondillón y casi nadie se acordara de él.

Tras un encuentro casual con Salvador Poveda (bodeguero de Monóvar), decidieron producir fondillón utilizando para ello dicho tonel.

Es abocado o ligeramente dulce con aromas de pasa y madera noble.

Por sus características organolépticas está especialmente recomendado como vino de postre o para aperitivos.

Se puede criar en roble en crianza estática (rellenando un barril vacío y dejando madurar en la barrica durante al menos 10 años) o en crianza dinámica, usando el tradicional sistema de "criaderas y soleras" como para el Jerez.