La visión de la bella joven «abrasóle» al monarca que, obsesionado con la muchacha, acabaría por forzarla.
Sea como fuere, Florinda, lejos de querer estar junto al rey, le rechazó.
Así se fue fijando el rey Don Rodrigo en ella, queriéndola poseer, pero no en matrimonio.
Ella, tras la consumación del acto, envía a su padre una serie de regalos entre los que pone un huevo podrido.
Otros afirman que escapó a Portugal y allí se convirtió en ermitaño.
La Primera Crónica de Alfonso X recoge que una lápida encontrada en dicho lugar nombra a Rodrigo como el último rey godo «Rudericus ultimus rex gothorum».
Allí lloró junto a un pozo la pérdida del hijo que tuvo con Don Rodrigo, el cual falleció degollado por los conquistadores musulmanes.
Según la leyenda que recoge la web de Pedroche y la noticia del ABC, «encaramada sobre el brocal retorcido de la fuente que hoy lleva su nombre, maldijo su propio destino, arrojándose desesperada a sus aguas».
Ciertamente, en algunos relatos árabes posteriores se afirma que el gobernador de la ciudad era un conde visigodo llamado "Ilyán" o sea Julián, que supuestamente se encontraba al servicio del rey Roderico (o Rodrigo).
Sin embargo, no existe base histórica que permita conceder verosimilitud a estos relatos fantasiosos.