Esto también incluye las inflorescencias comestibles, como la alcachofa, el brócoli o la flor del banano.Tienen diversas consideraciones culinarias: como aromatizantes, decorativas, o como ingrediente principal del plato, y se pueden usar frescas, secas, liofilizadas, confitadas, fritas... Debido a que son un producto muy perecedero, su uso en cocina no está muy extendido.En cocina, además de aportar nuevos sabores a los platos, las flores son un ingrediente creativo y decorativo,[1] en muchos casos también aromático[2].Se puede preparar aceites y vinagres aromatizados con flores mediante inmersión de los pétalos en estos líquidos.En particular, los pétalos de caléndula, crisantemos, geranios, lilas, margarita, pensamiento, rosa o violetas se agregan como topping en la cobertura de distintos pasteles y otros postres, especialmente en la alta cocina.[9] Ciertas flores se deben consumir con moderación, como por ejemplo, las del manzano (Malus spp.[6] Las flores tóxicas se confunden fácilmente con variedades comestibles, e incluso pueden compartir nombre común.