[8] Para Teresa Obolevitch, la recepción misma del marxismo en Rusia sólo fue posible gracias al platonismo religioso presente en el pensamiento de la intelligentsia rusa.
[9] El término está vinculado etimológicamente a la palabra «sobor» que, según Khomiakov, expresa en lenguaje eclesiástico la idea de «unidad en la multiplicidad».
[10] Por tanto, según Nikolái Loski, no existe ningún «mamparo estanco» insuperable, susceptible de comprometer la posibilidad del verdadero conocimiento, ni nada que pueda parecerse a una pantalla o un velo entre la mente y el mundo.
[20] Cuando Constantinopla fue tomada por los turcos en 1453, los eruditos y filósofos bizantinos se dirigieron al Occidente católico, con sus preciosos manuscritos, en lugar de a Rusia, aunque ortodoxa, porque existía la barrera del idioma.
[3] Esta doble dimensión experiencial y práctica de la ortodoxia medieval tendrá una influencia duradera en la filosofía rusa hasta bien entrado el siglo XX.
[3] Otra concepción filosófica y teológica ligada a la ortodoxia tomó forma en la Rusia medieval, la de Sofía: la Sabiduría divina.
[27] Estas ideas ejercieron una gran influencia sobre los decembristas y sus simpatizantes (Pestel, Bestúzhev), así como sobre los «radicales» rusos de mediados del siglo XIX —anarquistas, socialistas, nihilistas— entre ellos Nikolái Chernishévski.
[27] Los radicales se interesaron especialmente por las acusaciones anticlericales de Voltaire, al tiempo que abandonaron sus opiniones estrictamente políticas, consideradas demasiado conservadoras.
El volterianismo se interpreta a menudo como un primer paso hacia otras tendencias más radicales o revolucionarias.
[28] Según Alexandre Papadopoulo, el efecto disolvente del pensamiento de Voltaire sobre las creencias religiosas y las ideas filosóficas fue mucho más fuerte en Rusia que en Francia o en Occidente.
Muchos rusos abrazaron entonces al volterianismo, alimentando entre ellos una forma de escepticismo cada vez más radical que culminaría en el nihilsmo del siglo XIX.
[32] Fue a mediados del siglo XVIII, bajo el reinado de Isabel I, cuando las ideas masónicas se difundieron entre la nobleza rusa.
[51] La estética schopenhaueriana ejerció una especial influencia en la obra de Yevgueni Trubetskói, Nikolái Berdíayev y Andréi Bely, a principios del siglo XX.
Esta filosofía despegó allí a mediados del siglo XIX, con la lectura de autores naturalistas como Charles Darwin, Ludwig Büchner, Jacob Moleschott e incluso Herbert Spencer.
Este último suele considerarse el arquetipo del pensador nihilista.Vladímir Solovyov fue una figura esencial de la filosofía y la cultura rusas.
[61] El apofatismo de Soloviov, sin embargo, no se limitó a caracterizar lo absoluto en términos negativos para significar su trascendencia ontológica y cognitiva.
[75] Ordenado sacerdote ortodoxo en 1911, tras realizar estudios de teología, siguió combinando en su obra consideraciones religiosas, estéticas, lingüísticas y científicas.
Florenski ejerció una fuerte influencia sobre ciertos grandes nombres de la filosofía rusa: Serguéi Bulgákov, Vassili Rózanov y Aleksei Losev.
A través del imperativo de la obra común, Fiódorov aboga por una solidaridad humana verdaderamente universal, frente al individualismo existente en las sociedades modernas.
Condena el pensamiento puramente teórico tal como puede presentarse en tratados filosóficos o teológicos y proclama la necesidad de ponerse en práctica, actuando útilmente.
[92] En el siglo XVIII se describieron en diversas formas literarias nuevas utopías sociales, esta vez fieles al espíritu de la Ilustración.
[92] Para Mijaíl Petrashevski, la teoría socialista procedía del materialismo filosófico y se basaba en el método empírico e inductivo.
[92] Incluso los pensadores religiosos más críticos con el ateísmo, como Berdiáyev, Bulgakov o Frank, al principio se adhirieron a ella.
En los últimos años del siglo XIX, estas diferencias adoptaron la forma de una polémica entre los llamados «marxistas legales» (Struve, Berdiáyev, Bulgakov) y los teóricos populistas (Mijailovski, Vorontsov).
Plejánov situó plenamente el marxismo en la tradición materialista y se opuso a cualquier interpretación positivista (en particular la de Bogdánov).
Él mismo se distanció del marxismo en ciertos puntos doctrinales, considerando, por ejemplo, que la ciencia y la filosofía se ocupan en realidad de la misma cosa, pero a niveles diferentes: la filosofía llega a la esencia de las cosas y estudia el mundo en su conjunto, mientras que las ciencias estudian este mundo dominio por dominio,[97] precisando su estructura.
Este enfoque inmediatamente político de la filosofía implicó tener que elegir un bando —incluso en cuestiones aparentemente teóricas— entre la «derecha» e «izquierda».
Esta teoría fue esbozada en 1917 en Luz sin ocaso,[138] luego desarrollada en Agnus Dei (1933),[139] La sabiduría de Dios (1937),[140] La novia del cordero (1939),[141] y El Paráclito (1936).
[154][N 13] Estableció numerosos contactos con los más grandes pensadores europeos de su tiempo, como Martin Heidegger, Emmanuel Mounier y Jean-Paul Sartre.
[165] Según su contemporáneo Nikolái Loski,[167] fue su ideal irrealizable de conocimiento «supralógico» absoluto lo que está en la raíz del antiracionalismo expresado por Shestov en toda su obra.