Tras su muerte, su nombre ganó fama considerable, particularmente en el siglo XIX y principios del XX.Sus padres eran Giovanni Bruno, hombre de armas en el ejército español, y Fraulissa Savolino.Fue procesado por rechazar tener imágenes de santos en su celda y aceptar solo el crucifijo.Más tarde se le abrió un nuevo proceso por recomendar a otro novicio que dejase un libro sobre la vida de la Virgen y se dedicase a leer otras obras más importantes.En marzo de 1576 huye del convento, sin esperar a que terminase la causa.[10] Se trasladó a Roma, donde estuvo alojado en el convento de Santa María sobre Minerva.Sus opiniones suscitaron un escándalo, y se formularon 130 artículos de acusación contra él.Viajó por el norte de Italia: Génova, Savona, Turín, Venecia, Padua, enseñando gramática y cosmogonía a los niños para ganarse la vida.[11] Allí abandona definitivamente los hábitos religiosos y se inscribe en la Universidad de Ginebra.[12][13] Retornó a Francia donde, tras pasar un mes infructuoso en Lyon, se doctoró en teología en la Universidad de Toulouse y enseñó durante dos años (1580-1581) en esta ciudad.[11] En 1583 viajó a Inglaterra, tras ser nombrado secretario del embajador francés Michel de Castelnau.Allí se convirtió en asiduo concurrente a las reuniones del poeta Philip Sidney.Mocenigo se convirtió en su protector, para impartir cátedra particular, fijando su residencia en Venecia.Finalmente, sin que se tenga conocimiento del motivo, Giordano Bruno decidió reafirmarse en sus ideas y, el 20 de enero de 1600, el papa Clemente VIII ordenó que fuera llevado ante las autoridades seculares.Las alegaciones finales por escrito de Bruno, dirigidas al pontífice, «fueron abiertas pero no leídas».El 8 de febrero fue leída la sentencia en donde se le declaraba herético, impenitente, pertinaz y obstinado.Es famosa la frase que dirigió a sus jueces: Fue excomulgado y sus trabajos quemados en la plaza pública.Cuando Giordano Bruno fue quemado en la hoguera como hereje, no tuvo nada que ver con sus escritos en apoyo de la cosmología copernicana».Bruno también sostuvo que, porque Dios es infinito, el universo podría reflejar este hecho.Indicó que el apoyo de esas creencias en ninguna manera contradecía las Escrituras o la verdadera religión.Bruno también afirmó que el universo era homogéneo, compuesto por los cuatro elementos (agua, tierra, fuego y aire), en lugar de tener las estrellas una quintaesencia separada.En esencia —aunque el uso de este término sea anacrónico—, las mismas «leyes físicas» estarían operando en todas partes.Por ello, el «mago» debe conceder fuerte atención al trabajo de la imaginación.Bruno advierte que las características particulares de nuestros juicios no son estéticas ni éticas en sí mismas, dado que, al ser la fantasía la función intermediaria del espíritu, ella misma establece un sentido al vincular.Así, el juicio que discierne es siempre fantástico: en cada representación tenemos un halo de fantasía.La aportación fantástica no es un juicio racional; responde más bien a la sensibilidad, siendo esta el eje que va acomodando toda percepción interior y exterior.El mago puede ejercer su influencia sobre los objetos, los individuos, las sociedades, así como también puede invocar la presencia de aquellos seres invisibles, los demonios y los héroes.Otro componente importante a la hora de poner en práctica la técnica del mago es la fe, pues sin ella no se puede llevar a cabo nada; así lo menciona Bruno en sus tesis de magia.Sin embargo, hay fantasías provocadas por una acción voluntaria del sujeto, como la de los artistas o poetas; y hay otras fantasías cuyo origen está en otra parte, las cuales pueden haber sido provocadas por los demonios o inducidas por una voluntad humana.Cuando este ángel surca el cielo, no hay nada que se le asemeje.
Escultura dedicada a Giordano Bruno en la
Potsdamer Platz
de Berlín. Su autor, Alexander Polzin, representó al filósofo colgado de abajo arriba, según recogen algunas fuentes que fue quemado vivo.