[1][2][3][4] Los filipeos, acuñados por primera vez en algún momento entre el 355 y el 347 a. C., corresponden a una tipología fija, caracterizada por la presencia del busto de la deidad griega Apolo en su anverso y, en el reverso, una biga (carro tirado por dos caballos).
[6] Los filipeos estaban destinados principalmente a grandes adquisiciones fuera de Macedonia y, en consecuencia, tuvieron una rápida expansión, primero a través de los Balcanes y Grecia continental y luego (como se refleja en los hallazgos) a través de Italia, Constantinopla, el sur de Rusia actual, Chipre, Siria y Egipto.
Sin embargo, el mayor número de filipeos se acuñó en la época del sucesor de Filipo II, Alejandro Magno, aunque conservaron su nombre en honor a su creador.
En ocasiones, el pelo de Apolo se alargaba y estilizaba, mientras que el carruaje del reverso se reducía a un simple caballo, ocupando el espacio restante con simbolismos celtas como la cruz solar, la cabeza de un jabalí o la representación del dios Sol, Ogmios.
La difusión de los filipeos se hizo tan amplia que, en muchos textos romanos antiguos, la palabra philippeioi se usaba para referirse genéricamente a cualquier moneda de oro pesada.