Las feromonas no volátiles, cuticulares o de contacto están más relacionadas con insectos sociales, ya que normalmente son detectadas por contacto directo entre individuos mediante receptores químicos en las antenas o patas de los insectos.
Los olores liberados pueden percibirse como rasgos favorables por parte de machos o hembras que conducen a la atracción y apareamiento.
Las señales químicas también se utilizan para detectar parejas genéticamente diferentes y así evitar la endogamia.
Esta coordinación es muy importante porque los espermatozoides se diluyen fácilmente y son de corta vida.
[7][8] Si bien los humanos son altamente dependientes a estímulos visuales, en proximidad, el olor tiene también una función sociosexual.
[9] Diferentes especies utilizan una amplia variedad de sustancias químicas para enviar señales sexuales.
Ello puede consistir en liberar una cantidad de feromona tal que se impida que los machos encuentren a las hembras, eficazmente ocultando sus señales, o se puede usar para concentrar, atraer, atrapar y destruir plagas.
[14] Por ejemplo, para intentar controlar la polilla de los brotes de Picea (Zeiraphera canadensis) se ha utilizado la feromona E-9-tetradecenyl-acetato, un químico que es similar a la feromona usada por las polillas hembras durante el apareamiento para atraer a los machos.