Permaneció, sin embargo, como guardia mayor del Tombo, como prueba una tenencia otorgada por el rey este año.
Por su parte, su autoría de la Crónica del Condestável, que fue defendida durante algún tiempo, hoy está completamente desacreditada.
[4][5] Fernão Lopes se forma en un contexto próximo a acontecimientos recientes en la memoria de los portugueses.
El primer acontecimiento fue un golpe sucesorio «apoyado por la población campesina, comerciantes, algunos miembros de la nobleza y órdenes religiosas, principalmente franciscanos» que aseguró la subida del maestro de Avis, Juan I, al trono portugués.
[a][5] Al mismo tiempo, esas narrativas presentaban un modelo de conducta ideal para los nobles, basado en la ética de la caballería, del cristianismo y del amor cortés, buscando ser obras moralizadoras y didácticas.
[5] Fernão Lopes es considerado un cronista-historiador que redimensionó el género cronístico al limitar las narrativas tradicionales panegíricas.
[3] Con esa metodología Fernão Lopes "ordenó las historias» de forma cronológica, buscando una jerarquía explicativa para los acontecimientos.
A pesar de haber sido designado oficialmente para realizar una historia portuguesa, su historiografía no es solo regiocéntrica.
[16][14][12] Su compromiso más importante era con la verdad, aunque en ciertos momentos no puedo evadir cometer errores que percibió en otros.
No obstante, el compromiso con la «verdad desnuda» tuvo que ser relativizado en varios momentos.
Él fue un alto oficial del Reino y se esperaba de él que creara la narrativa histórica exaltando los hechos de la realeza, como era costumbre, pero tales loas, tradicionalmente largas y prolijas en las crónicas anteriores, en su obra son muy escasas, considerándolas distracciones retóricas ajenas a la tarea del buen historiador, que según él debe concentrarse en lo esencial.
Mencionó, por ejemplo, las carencias del maestro de Avis, a quien le atribuyó, un poco por casualidad, el gobierno de la nación, aunque en numerosos pasajes su apreciación del rey fuera simpática y hasta compasiva, entendiéndolo como una pieza más, siempre presa y limitada en varios sentidos, en el gran engranaje del destino, como todos los seres humanos.
[15][14][13] Como observó Teresa Amado, su «fracaso» esencial a la hora de establecer una narrativa «verdadera» y la contradicción existente entre su teoría y su práctica, puede comprobarse observando aquello que los documentos pueden efectivamente atestiguar sin duda y la narrativa que dejó: «Si seleccionáramos los hechos comprobables, no tendríamos la crónica, sino una corta lista de nombres, fechas, parentescos, algunos acontecimientos públicos».
Justamente porque él fue como los demás, sucumbió a los desvíos inevitables provocados por los «afectos mundanos», aunque insistiera repetidas veces en su propia independencia.
De esta forma, comprende que los atributos del cronista deben ser la independencia y la autoridad.
[15][8] Así, se puede decir que Fernão Lopes como cronista tenía una preocupación de una construcción textual comprometida con la «verdad desnuda».
De esta forma, Fernão Lopes, no solo ordenaba las «historias» cronológicamente, sino también creaba una jerarquía explicativa para los acontecimientos.
[15] Su proyecto de historia fue innovador asimismo porque reconoció que la «versión oficial» siempre era una creación arbitraria, una narrativa, una ficción construida sobre hechos.
Amado añade: «La parte más importante de su concepción del trabajo del historiador no es lo relacionado con la investigación previa [...], por muy original para el tiempo e indispensable que esta sea; es la práctica, constante en toda su crónica, de la Historia como una escritura».