Fernando Centeno

Quienes no murieron por las balas policiales, fueron degollados con machetes y hachas.

[1]​ Ese día, un grupo de unos 130 hombres, entre policías, estancieros y civiles blancos de la zona, fuertemente armados con fusiles Winchester y Mauser, rodearon el campamento donde se habían reunido los indígenas alzados que, armados tan sólo con palos, bailaban en una fiesta religiosa organizada por los chamanes en la zona del Aguará, un área considerada sagrada por los qom ubicada dentro de los límites de la colonia.

hubo disparos dirigidos al campamento wom durante cuarenta minutos.

[2]​ El gobernador radical Centeno, tras la masacre siguió en su cargo y separó al juez que atendía el caso, Justo F. Farías, y lo reemplazó por uno de su confianza, Juan Sessarego.

El nuevo magistrado, quien había sido puesto por Centeno en medio de la repulsa popular, sobreseyó a los 80 policías que intervinieron en la matanza.