Sin embargo, desde 1620 hasta 1624 utilizará el segundo apellido de su madre, Manrique, que era mucho más prestigioso.Parece que pudo haber sido también capellán del Duque de Béjar.Tras el año de reclusión se fue a ejecutar el destierro a Madrid con su madre María y sus hermanas Felipa y Ángela; allí mejoró algo su situación al entrar en contacto con la numerosa comunidad de comerciantes y de cristianos nuevos que se concentraba en la capital.Cultivó sobre todo las comedias cortesanas e históricas, en las que gustó de tratar asuntos amorosos, religiosos y morales; su concepción de la libertad humana era determinista: no creía en el libre albedrío.El tema del honor adquiere en sus obras un tratamiento novedoso con respecto a los cánones de la época, ya que niega que pueda ser adquirido por herencia familiar nobiliaria, sino solamente por los propios méritos del individuo.Sus mejores logros los obtiene en las piezas de tema religioso, donde encuentra ocasión para volcar sus extensos conocimientos.Entre las primeras destacan Las lágrimas de David, El divino Isaac, Los trabajos de Job, muy bien resuelta y especialmente vigorosa, Amán y Mardoqueo o La horca para su dueño, que más parece auto sacramental que comedia de historia bíblica, Judit y Holofernes, etc.Destaca también en especial en este grupo, por sus valores líricos, La reina Ester, tema ya tratado por Lope de Vega con menos profundidad y de forma más espectacular y menos moralizante; en esta pieza muestra el autor apasionadamente su mosaísmo.