Nacido en Antigüedad (Palencia), Antonio Palomino, que podría haber visto algún bodegón de su mano, afirma que se formó como pintor en Madrid, en el taller de Juan van der Hamen, pero consta que su formación tuvo lugar en Valladolid con Diego Valentín Díaz, a cuyo taller seguía vinculado en 1626 cuando trabajaba para él en calidad de oficial asalariado.
En 1640 casó con Ana de Muga, con quien tuvo dos hijos, Felipe y Manuel, que continuaron con suma modestia el oficio paterno.
Gil de Mena, según Bosarte, dibujaba mejor que pintaba y, añadía, por esa debilidad en el manejo del color, de sus grandes composiciones únicamente llamaban la atención los detalles pequeños.
La supuesta formación al lado de Van der Hamen se manifestaría precisamente en esos elementos de naturaleza muerta «pintados con extraordinaria habilidad», según Pérez Sánchez, destacando dentro de sus composiciones religiosas, por lo demás notablemente arcaicas.
Pintado con una gama de colores fríos y unos tipos angélicos femeninos característicos del pintor, lo que en él atrae poderosamente la atención es precisamente la mesa cubierta con un mantel blanco, donde los pliegues del planchado y los objetos sobre ella han sido tratados con la visión minuciosa y detallista propia de un bodegonista.