Fue testigo ocular del fusilamiento de Camila O'Gorman en 1848, a quien asistió en sus últimos momentos, y algunas fuentes aseveran que su testimonio oral fue fundamental para varias crónicas escritas por Sarmiento acerca del suceso.
[5] Así como todos los sectores bajos, los esclavos eran sometidos a duras condiciones de vida y solo alcanzaban la condición de libres si lograban comprársela al amo en el transcurso de su vida o si este consideraba que su esclavo estaba demasiado enfermo o viejo para continuar con las tareas domésticas.
Su padre apareció mencionado en una de las cartas que María Guadalupe Cuenca le envió a su esposo Mariano Moreno cuando este ya había muerto en alta mar: «En la otra carta te aviso todas las novedades, y para eso del sueldo, me dijo fray Cayetano que viera al mozo de Larrea para preguntarle quién seguiría dándome la mesada y cobrando el sueldo...».
[11] Era común que las familias enviasen ahí a las niñas algunos días al año para meditar, ayunar o hasta mortificar la carne en el caso de purgar una falta grave.
[1] Los registros documentales difieren sobre el número exacto de hijos que tuvieron Felipa e Ignacio Sibile Larrea entre 1834 y 1854.
[13][2] Entre ellos, destacan María Luisa, Exequiela, Juana Petrona Telma, Simona del Rosario, Rita, Magdalena, Ventura del Carmen, Ignacio Mateo y Tomás Sibile Larrea —este último casado con María Crescención Martínez, prima segunda de Domingo F.
Se envió a la esclava Larrea para asistirla en el cuartel de Santos Lugares, donde también estaba su esposo Ignacio.
[13] Larrea sobrevivió a todos sus hijos, además de su marido y sus hermanos.
Hacia fines de 1870, se trasladó con su última hija Magdalena a Cañuelas, Buenos Aires.
[1] A la muerte de su hija, sus nietos, que vivían en Barracas y realizaban trabajos ocasionales como jornaleros, se convirtieron en su única familia sobreviviente.
En él, describió sus desgracias y las dificultades que había enfrentado después de su emancipación, y comentó acerca de la extrema pobreza en la que había transcurrido toda su vida.
Sus restos fueron enterrados en una parcela perteneciente al empresario local José Lino Aráoz en el cementerio municipal[2] y, según los libros de actas, fue ingresada como «negra jornalera africana, viuda, de cien años».
[19][8] El activista Carlos Álvarez Nazareno remarcó en ese sentido que durante décadas se empeñó en construir una identidad nacional basada principalmente en la herencia europea, y se obvió el aporte crucial de los esclavos y sus descendientes en el desarrollo económico, cultural y político de la Argentina.
[8] En 2022, el Concejo Deliberante de Cañuelas nombró una calle en honor a Larrea.