Felicita Ferrero
En la diatriba interna del Partido Socialista entre abstencionistas y electivistas, a propósito de las elecciones generales de ese mismo año, se adhirió a estos últimos.En enero de 1921, tras el XVII Congreso en Livorno del Partido Socialista y la escisión del Partido Comunista, se afilió al Partido Comunista de Italia y en mayo del mismo año fue convocada a Moscú como delegada de la juventud al III Congreso de la Internacional Comunista, participando en reuniones dirigidas a mujeres trabajadoras, teniendo así la oportunidad de conocer y escuchar a destacados exponentes como Lenin, Clara Zetkin, Aleksandra Kolontái y Trotski.Aquí compartió celda con Camilla Ravera, quien, sin embargo, envió un informe secreto al centro exterior del partido en París en el que la acusaba de haber mantenido relaciones condescendientes con las monjas y de asistir a algunas funciones religiosas.Años más tarde, tras su experiencia en la URSS, definiría polémicamente este instituto como "una fábrica de estalinistas y burócratas".Estos beneficios son un reflejo de la planificación económica soviética,[1] ya que la convergencia de recursos en sectores considerados estratégicos para el desarrollo del país implicaba a toda la sociedad, incluidos sobre todo los trabajadores: los años 30 en la URSS fueron, de hecho, los del gigantesco esfuerzo colectivo hacia la industrialización.En 1946 regresó a Italia junto con otros muchos exiliados, encontrando trabajo en la redacción turinesa de Unità.El clima político en el seno del Pci había cambiado profundamente, al igual que la sociedad italiana: con la victoria soviética sobre el nazi-fascismo y el culto a Stalin en su apogeo, se enfrentaba a una progresiva marginación por sus críticas a la URSS, constatando también cómo el constante aumento de afiliados no iba parejo a la calidad de la formación y del trabajo político de los militantes, denunciando el oportunismo de algunos dirigentes movidos más por objetivos arribistas que por convicciones ideológicas.En los años sesenta y setenta, ya anciana, mantuvo un perfil político desvinculado de la dinámica del partido, dedicándose más a las luchas por la emancipación de la mujer y a los movimientos emergentes.