Feliciano Hernández

Pronto muestra sus primeras esculturas en exposiciones individuales y colectivas, siendo elegida su obra para las sucesivas Bienales Internacionales, la de Venecia (1968), Sao Paulo (1967-1979), Alejandría (1968-1979) y París (1965-1967-1969).

Es considerado como miembro destacado de un grupo vanguardista que logró romper en la década de los 60 el provincialismo artístico en el que se había sumido España tras la guerra civil española.

Las esculturas, algunas de gran tamaño, parten de unos elementos más o menos geométricos (círculo, semicírculo, rectángulo, arco, herradura, tenaza…), que enlazados por cuerdas o cables se establecen como tensiones espaciales equilibradas y armónicas.

Las esculturas de este artista son tan ligeras que dan la sensación de flotar en el aire; y logran esta sensación con sólo mostrar sus estilizadas y dinámicas formas.

Las obras de Feliciano son concebidas para ser integradas en un entorno urbano o incorporadas al paisaje, por lo que es fácil encontrarlas en espacios públicos de Madrid y otras ciudades.