Con un colega, preparó un diccionario en seis volúmenes de mitología y antigüedad, incluyendo la historia celta en Italia.
En 1814 se estableció en Milán, donde granjeó la amistad de importantes figuras del mundo literario y musical.
Por lo general, Romani no creaba sus propias historias; se mantenía al día con lo que ocurría en el teatro parisino y adaptaba obras populares.
Pero esta estrategia no era siempre segura, dada la escasa legislación sobre derechos de autor y copia que había para el momento.
Para cada libreto se listan los compositores que lo configuran en música, la fecha de la primera interpretación y el nuevo título cuando sea aplicable.