Domenico ríe por lo ocurrido, viendo en ello una buena historia para una comedia, mientras Lelio está irritado por la irrupción de Tomaso.
Llega Scaramuccia y le pide que esa noche ponga un cubierto más, ya que ha llegado alguien a quien ella conoce: es Tomaso; ambos son de San Quintín y estuvieron enamorados tiempo atrás.
Los dos comienzan insultándose, pero al final él le declara su amor y se arrodilla ante ella.
El Contino, solo, cuenta que los de su rango no pueden ser fieles, cambian constantemente de amor, y ya no ama a Sandrina, sino a Elena (aria: Mi fa Lelio il brutto muso).
Llega entonces Scaramuccia, feliz de que el Contino haya por fin aceptado su invitación.
Cuando se queda solo, Scaramuccia escribe al Vizconde de Saint-Valier, tío del Contino, para contarle lo sucedido.
El Contino reconoce a Sandrina, lo que despierta los celos de Lelio.
Llega entonces Tomaso, quien también se pone celoso, y empieza a pelear con Sandrina.