Falacia naturalista

Pese al nombre de la falacia, quienes defienden su existencia pueden sostener que la misma parece poder extenderse más allá del naturalismo.

De ese modo, las posiciones que apelan al voluntarismo teológico también incurrirían en tal falacia.

La existencia de tal falacia puede ser rechazada por quienes no aceptan las posiciones realistas morales no-naturalistas.

Fue inicialmente planteada por el filósofo inglés Henry Sidgwick, aunque es más conocida gracias a su discípulo George Edward Moore, por usarla en su libro Principia Ethica de 1903.

Lo fundamental de la misma no es igualar "bueno" con una propiedad natural, sino equipararla con cualquier propiedad sencillamente porque se acompañe, aparentemente, siempre de ella: sería como afirmar que porque todos los limones son siempre y necesariamente amarillos, decimos lo mismo cuando decimos "limón" que cuando decimos "amarillo".

La falacia naturalista es muchas veces confundida con el problema del ser y el deber ser, que afirma que es imposible deducir proposiciones normativas a partir de proposiciones fácticas.