Sus antepasados provenían del valle de Querol, en la Alta Cerdaña, y su familia estaba emparentada con San Vicente Ferrer.
Según Marcel Bataillon, esta obra fue "la defensa más atrevida que una pluma española haya escrito jamás en favor de estas traducciones".
Pero su obra más conocida es El Concejo, y consejeros del príncipe (Amberes, 1559), un espejo de príncipes que tuvo una gran fortuna editorial, con ediciones latinas, italianas, inglesas e incluso polacas, pese a que no alcanzó a pulbicarse en España hasta 1779 y, ya en el siglo XIX, en la Biblioteca de Autores Españoles de Manuel Rivadeneyra.
[2] Durante su estancia en Flandes había iniciado correspondencia con el Conde de Chinchón y Mayordomo mayor Diego Fernández de Cabrera y Mendoza, a quien al terminar su estancia en el extranjero remitió un informe sobre la resolución del conflicto.
Poco después, Felipe II ordenó una investigación para aclarar si Furió había o no seguido doctrinas luteranas.