La primera columna parte de Irún y pasa por Burdeos hasta llegar a Hannover.
La segunda cruza la frontera por Port Bou, pasa por Lyon y Besançon hasta llegar también a Hannover.
Desde allí, ambas juntas, comandadas por el teniente general Pedro Caro y Sureda, III Marqués de La Romana, y por el mariscal francés Bernadotte, príncipe de Pontecorvo, habían llegado hasta Hamburgo para reunirse con la división Etruria.
El mariscal Bernadotte recibe órdenes de dispersar las tropas españolas en distintas plazas para evitar la cohesión y censurar la correspondencia.
Después, con las baterías de cañones, impedir el paso a cañonazos a los franceses que se acercaran por el estrecho del Pequeño Belt, que había entre la isla y la masa continental de Dinamarca.
Llegado el momento, se dirijirían a la isla del Sur, Langeland, hasta la llegada de los barcos ingleses que se encontraban en el estrecho del Gran Belt, en los que embarcarían.
El capitán Antonio Costa ordenó la salida de 200 jinetes con seis oficiales y los cadetes, pero era tarde.
Viéndose en desventaja numérica, Antonio Costa parlamentó con Ameil una rendición, pero las discusiones finalizaron al llegar el ejército de Bernadotte.
Finalmente, el embarque se produjo y los barcos zarparon rumbo a Suecia.
Por ello, en octubre, todos los buques daneses, 22 incluyendo una corbeta de guerra llamada Diana, que se encontraban en puertos españoles fueron requisados y vendidos sus cargamentos.
Se mandó imprimir dicho Decreto así como el de su comunicación inmediata a todas las instancias oficiales.