En ella se descubrió el pico Pikes (4302 m), que lleva su nombre en reconocimiento a su labor.
La fuerza expedicionaria se encaminó hacia el sur y en toda la pradera del río Arkansas.
Una partida, dirigida por el teniente James Wilkinson Biddle, viajó río abajo a lo largo del curso del río Arkansas hasta su desembocadura y regresó por el Misisipi hasta San Luis.
Pike dirigió la otra partida río arriba, en dirección oeste, remontando hacia las fuentes.
Decepcionado por el paisaje, en sus memorias Pike llamó a esas praderas que había cruzado el «Gran Desierto Americano» (Great American Desert), un término que hizo fortuna y desalentó nuevos asentamientos durante décadas.
El siguiente objetivo del grupo era llegar a las fuentes del río Rojo (Misisipi) y volver de regreso aguas abajo hasta el Misisipi relativamente seguros.
Además, no estaban preparados para una expedición de montaña, ni para el duro invierno.
Arrestada la partida como espías —que, en muchos sentidos, eran— los españoles recogieron al resto de sus hombres que quedaron sin rescatar y marcharon hacia el sur.
Los presos en su marcha atravesaron Santa Fe, Albuquerque y El Paso hasta Chihuahua, la entonces capital del estado de Texas.