Sus trabajos se conocía en México gracias a que algunos cuadros suyos fueron adquiridos por la Academia de San Carlos.
Puede afirmarse que, con él, arrancó la práctica del paisajismo como una actividad pictórica regular e institucionalizada en México.
Tuvo varios discípulos destacados, entre ellos José Jiménez (1830-1859), Gregorio Dumaine (1843-1889); Luis Coto Y Maldonado (1830-1891); Salvador Murillo (1840-n.d.
El maestro distinguía dos grandes partes o subtotalidades integradoras del paisaje: las "localidades" y los "episodios".
Las primeras comprenden los distintos tipos de entorno y ambiente paisajísticos (celajes, follaje, terrenos, aguas, edificios); los segundos describen los diferentes grupos figurativos que le confieren a un lugar determinado sentido de la escala, rasgos tópicos diferenciadores, interés narrativo o densidad histórica (historia, escenas populares, escenas militares, escenas familiares, retratos y animales).