Debido a su naturaleza dócil, sus comportamientos lentos en la superficie, la alimentación, sus tendencias para mantenerse cerca de la costa y su alto contenido de grasa, la hacen que sea presa fácil para los humanos, desde tiempos muy antiguos.
Hay grabaciones que están disponibles en línea de ballenas francas glaciales.
El siguiente cladograma de la familia Balaenidae sirve para ilustrar el actual consenso científico en cuanto a las relaciones entre la ballena franca del Atlántico Norte y los otros miembros de su familia.
E. glacialis E. japonica E. australis B. mysticetus Esta especie fue llamada Balaena biscayensis ("ballena vizcaína") en el siglo XIX.
Se la puede encontrar en aguas poco profundas cercanas a la costa en bahías y penínsulas.
Su ciclo anual ocupa dos tipos de hábitats; en verano se desplaza hacia aguas frías del Atlántico norte ricas en zooplacton.
[7] En invierno las hembras preñadas emigran hacia aguas subtropicales y allí tienen lugar los partos.
En verano se dirigen hacia los mares situados entre Islandia, las islas Svalbard y las costas de Noruega.
A pesar de que en un inicio los medios de para cazar a las ballenas francas fueron artesanales (chalupas y arpones), su explotación masiva, desde el siglo VIII hasta 1901, año en que se cazó la última ballena franca en Orio, provocó prácticamente su extinción.
Entonces se preparaban pinazas con 10 o 15 remeros y un arponero que clavaba el arpón en la cabeza del animal, comenzando una dura lucha hasta que el animal era vencido y se remolcaba hasta la costa.
La prohibición fue un gran éxito, a pesar de que las violaciones continuaron durante varias décadas.
[13] Las primeras cacerías de ballenas fueron cazadas hacia el año 1500, cuando se establecieron pescadores vascos en Labrador (Canadá).
Desde entonces ha aumentado su número a unos 350, cifra en la que se ha mantenido durante los últimos años.
Estos resultados sugieren que los balleneros vascos no han sido responsables del declive supuesto de la especie en las costas americanas, sino que más bien la especie ha tenido un tamaño de población relativamente pequeño desde hace mucho tiempo.
[19] En Asturias la primera cita conocida es de 1232[20] y en Galicia se remonta a 1371 (Canoura, 2002).
Según los registros conservados, en el mar Cantábrico se llegaban a contabilizar una media de casi 3 capturas por año y puerto durante la segunda mitad del siglo XVI y primeros años del XVII.
A lo largo de la primera mitad del siglo XVII este valor cayó hasta 0,5 ballenas por año y puerto.
Es más difícil si cabe conocer el cese de la actividad en los puertos vascos, ya que se continuó cazando ballenas en Terranova, y en Vizcaya y Guipúzcoa se arponearon ocasionalmente ballenas a lo largo del siglo XIX.
En latitudes más meridionales se observaron y capturaron ejemplares de esta especie hasta la actualidad, incluso en dos ocasiones hembras con cría.
En el Mediterráneo tan solo se conocen dos varamientos ocurridos durante la segunda mitad del siglo XIX, uno en las costas de Italia y otro en Argelia.
Podrían constituir el último núcleo reproductor a este lado del océano Atlántico.
La ballena franca glacial ha sufrido persecuciones debido a cuatro causas fundamentales: vivir cerca de la costa, flotar cuando está muerta, nadar despacio y poseer una capa de grasa mayor (representa el 36-45% del peso total) que ninguna otra especie.