El estroma corneal ocupa un 90% aproximadamente del grosor de la córnea.
Entre las fibras de colágeno hallamos los queratocitos, que son unas células aplanadas con muy poco citoplasma.
[2] Los proteoglicanos están formados por un pequeño núcleo proteínico al que se unen una o más cadenas de glicosaminoglicanos (GAG).
Estos puentes están sujetos a movimientos térmicos que les impiden asumir una conformación totalmente extendida.
Esto resulta en fuerzas que tienden a mover las fibrillas adyacentes una cerca de la otra.
La disposición y el diámetro de las fibrillas es tal que la luz dispersada interfiere constructivamente sólo en dirección hacia adelante, permitiendo que la luz pase a la retina.
Durante el desarrollo del embrión, el estroma corneal se deriva de la cresta neural (una fuente de mesénquima en la cabeza y el cuello[4]) que se ha demostrado que contiene células madre mesenquimales.