Obra de los arquitectos porteños Mario Soto y Raúl Rivarola, se construyó entre 1957 y 1963 en una zona escasamente poblada del municipio, donde funcionó como un polo de desarrollo para la entonces pequeña localidad.
Del maestro moderno tomaron las ideas de estructura independiente, que les permitió libertad interior, y la fachada como un bastidor tamizando la entrada de sol.
El resultado en la escuela de Alem fue una nave moderna de hormigón con gran cubierta del mismo material, diseñada para abonar una cisterna recolectora de lluvias: un gran canalón central que al sobresalir por los testeros se convierte en dos gárgolas escultóricas.
En su interior, el edificio cobija una pequeña “ciudad” con calles y plazas; y aulas de diversas medidas en función de las necesidades educativas: homogeneizadas por un tratamiento superficial uniforme y diferente del exterior, se encuentran las diversas dependencias como “paquetes funcionales” autónomos.
Entre ellos, especial interés presenta la mencionada sala de música, que como volumen exento, resuelve su envolvente mediante una cáscara hiperboloide elíptica.