Ermita medieval de San Miguel de los Fresnos
[25] Respecto a los recursos hidrológicos visibles en el entorno de la ermita cabe resaltar que el paraje se encuentra regado por un pequeño arroyo homónimo cuyo cauce (subsidiario del Pedruégano que a un tiempo desemboca en el Ardila) nace en el mismo lugar, así como la existencia de numerosas fuentes de las que solo continúa en uso la propia de San Miguel,[9] lo que contrasta con los diversos textos de claro tono hagiográfico estudiados, según los cuales «estos bienaventurados siervos de Dios […] con el agua de la fuente del monasterio curaban [a] los enfermos que á ellos acudian en sus aflicciones y padeceres».[10] Este aparejo visible en la formación del ábside parece presentar una estructura «a soga y tizón», mientras que buena parte de la bóveda se ha cubierto por su parte exterior con hormigón de baja calidad dispuesto en bloques de pequeño tamaño.Madrid: Ediciones Castilla) el pintor aporta nuevos datos al respecto: Continúa diciendo que tras la muerte del citado sacristán (un tal Esteban) descubre la imagen que por aquellos entonces se encuentra abandonada en un desván de la localidad: Una vez reparada la figura permanece durante cerca de cuatro años en su casa estudio de Fregenal «al cabo de los cuales la traje a Madrid», donde termina afirmando que se la acaba adquiriendo un chamarilero anónimo,[13] quien a su vez se la vende al «Museo de Bellas Artes de Barcelona» [sic].Madrid), sin que en ningún caso fuera reintegrada a las autoridades eclesiásticas frexnenses.[8] La evidente elevación del terreno en este extremo del recinto y sobre todo en torno a esta última edificación permite suponer que es en este punto donde se ubican los restos principales de un conjunto supuestamente monástico cuya función específica no es posible concretar por el momento.