Fue venerado como santo en su país durante la Edad Media, pero la Iglesia católica nunca lo ha canonizado.
Sus obras se encaminaron a la consolidación y propagación de la fe cristiana en Escandinavia.
Probablemente su derecho a ocupar el trono le venía por su matrimonio con Cristina Bjørnsdatter, noble danesa nieta del rey Inge I de Suecia.
Esta cruenta guerra finalizaría con la victoria de Eric y constituiría el fundamento para un largo dominio sueco en Finlandia, que duraría hasta el siglo XIX.
Poco después de su muerte en 1160, el asesinato de Eric fue considerado un martirio por su hijo Canuto y sus seguidores, y pronto comenzó a ser venerado como un santo local en la provincia de Uppland, culto que después fue propagado por todo el país y sería reconocido en toda Escandinavia.
También existen varias pinturas en la Catedral que aluden a Eric y al obispo Enrique.