303), también conocido como San Elmo, fue un santo italiano que vivió a fines del siglo III.
[4] Según la leyenda, cuando empezaron las persecuciones de Diocleciano, Erasmo fue obligado a comparecer ante un juez, lo golpearon y lo escupieron, y después le causaron laceraciones que hicieron que se le reventaran las venas.
Una terrible tormenta se abatió sobre sus torturadores, salvando a Erasmo de una muerte segura.
Diocleciano lo hizo meter en otra fosa más angosta esperando que las serpientes y los gusanos acabaran con él.
El emperador, enfurecido, lo hizo meter en un tonel claveteado con pinchos y lo lanzó desde lo alto de una montaña, haciéndolo rodar; un ángel volvió a salvarlo.
Volvió a ser capturado, lo llevaron ante el emperador que lo condenó, fue recubierto con pez y quemado (como lo fueron los primeros cristianos durante los juegos de Nerón), pero sobrevivió.
[6][7] En el siglo VI, Gregorio Magno escribió que sus reliquias están conservadas en la catedral de Formia.