Ensalza los modelos griegos como maestros y proporciona consejos técnicos a los poetas noveles.
El texto cuenta con treinta apartados delimitados por los vocativos utilizados para llamar la atención de sus destinatarios, los Pisones.
El artista no debe desproporcionar una parte de forma que constituya más que las otras y debe subordinar esta al conjunto siempre; si bien hay libertad para escribir, «no ha de ser para poner en uno lo fiero con lo manso».
Conmina a observar los gustos del público y guardar la moralidad no sacando a escena «cuadros que no son para ser vistos» por su crueldad o violencia, pues sólo producirán incredulidad o asco.
Horacio aclara que podrá haber en escena veinte actores, pero sólo hablarán tres y un cuarto lo hará en aparte.
Recomienda que el poeta debe someter al juicio de algunos conocidos no aduladores aquello que escriba, y luego guardarlo nueve años, antes de volver sobre lo escrito y corregirlo con ese distanciamiento.
«Condenad todo poema que no ha sido depurado por muchos días de corrección...».
«La sabiduría dictó en verso sus primeras enseñanzas», con esta frase comienza su reflexión sobre el valor de la poesía.
La Epistula ad Pisones fue traducida al español por Luis Zapata y publicada en Lisboa en 1592; luego lo hizo Vicente Espinel (1595) en endecasílabo blanco, y después el jesuita catalán Josep Morell en pareados (al final de sus Poesías selectas, Tarragona, 1684).