Enrique de Guzmán

[5]​ En 1582, a la edad de 42 años, fue nombrado embajador en Roma donde durante los siguientes diez años representaría al rey de España ante los papas Gregorio XIII (1572-1585), Sixto V (1585-1590) y Gregorio XIV (1590-1591).

[6]​ En noviembre de 1595 Felipe II le nombró virrey de Nápoles;[6]​ durante su gobierno allí, favorecido el virreinato por un periodo de abundancia en las cosechas, combatió con firmeza el bandolerismo y llevó a cabo numerosas obras públicas de mejora en la ciudad, asistido por el arquitecto Domenico Fontana.

Tras la muerte de Felipe II en 1598, fue confirmado en el cargo por el sucesor de éste, Felipe III.

Regresó a España en el 1600 y en 1601 fue hecho miembro del Consejo de Estado y contador mayor de cuentas.

[8]​ En 1607 el II conde de Olivares logró que Felipe III le autorizase a dejar los cargos de alcaide del Real Alcázar y de las Reales Atarazanas de Sevilla a su hijo Gaspar.