Hasta su descubrimiento e importación desde el Nuevo Mundo, el tabaco se desconocía en la medicina occidental.
Los primeros exploradores occidentales descubrieron como los nativos americanos usaban las hojas del tabaco para diversas finalidades, entre ellas el culto religioso.
Pronto se dieron cuenta de que los americanos también utilizaban el tabaco para propósitos medicinales.
La ciencia médica contemporánea dio demasiada importancia a la teoría humoral, y durante ese breve período el tabaco se convirtió en una panacea.
Se mencionó su uso en el vademécum como una técnica contra el frío y la somnolencia provocadas por ciertas afecciones, su eficacia se basaba en su capacidad para absorber la humedad, calentando partes del cuerpo y por lo tanto manteniendo el equilibrio tan importante para estar sano.
Un ejemplo precoz del uso de este procedimiento fue descrito en 1686 por Thomas Sydenham, que para tratar una obstrucción intestinal prescribió primero una sangría, seguido por un enema del humo del tabaco: En este caso, por tanto, concibo lo más apropiado sangrar primero en el brazo, y una o dos horas después inyectar por enema un potente purgante; y no conozco ninguno tan potente y eficaz como el humo del tabaco, introducido en las entrañas a través de una vejiga y una pipa invertida, lo que puede repetirse después de un corto intervalo, si produciendo excremento, no consigue abrir paso hacia abajo.
Los enemas de humo del tabaco también fueron utilizados por agricultores daneses del siglo XIX, en caballos que necesitaban laxantes, y el antropólogo estadounidense Frank Speck relató que los actuales nativos americanos Catawba también trataban a sus caballos con esa técnica.
Anne Greene, una mujer condenada a morir en la horca en 1650 por el supuesto asesinato de su hijo mortinato, fue encontrada viva por los anatomistas.
Después de acostarla en una cama con otra mujer, para mantenerla caliente, se recuperó por completo y fue indultada.
La respiración artificial y la inyección del humo en los pulmones o en el recto se consideraron técnicas indistintamente útiles, pero el enema de humo fue considerado el método más potente, debido a sus supuestas propiedades estimulantes y caloríficas.